miércoles, 28 de marzo de 2012

“El terrorismo de Estado y la desaparición forzosa de personas”


La Corte Suprema de Injusticia de la Nación se ha hecho acreedora de ser, en estos tiempos tan confusos de nuestra Patria, la mano visible del terrorismo de Estado más atroz. Decimos de injusticia, con verdad, ya que la justicia tiene como objeto defender y consolidar el derecho de las personas siendo el primero de ellos el derecho a la vida. Con este nuevo estado de cosas  cualquier mujer que se diga violada –sin probar que así lo fue y sin denunciar al supuesto violador- puede desde ahora solicitar alegremente el asesinato del hijo que lleva en su vientre.
Esto implica canonizar el terrorismo de Estado erigiendo la tiranía del más fuerte y poderoso –esto es lo establecido desde las altas esferas del poder-  sobre el más débil de los seres, el nasciturus. Nótese que en otros ámbitos de la sociedad  se destaca ya  por la impunidad de sus actos el fuerte y poderoso, burlándose  siempre de los que no saben o no pueden oponerse.
El código Penal que nos rige, si bien contempla la no penalización del aborto en determinadas circunstancias, -medida ésta que de algún modo abría la puerta al desorden-, sin embargo, no dejaba de asumir por ello la existencia de una acción moralmente mala, esto es, la muerte de un inocente y, por lo tanto, un delito.
El consorcio de abogados católicos al referirse a la sentencia expresa  “que de conformidad a lo declarado en otras ocasiones por esta Corporación, los incisos 1º y 2º del artículo 86 del Código Penal han quedado derogados desde la incorporación a la Constitución Nacional de 1994 de distintos Tratados internacionales que protegen la vida humana desde la concepción. Lo cual ha sido implícitamente reconocido por la propia Corte Suprema de Justicia de la Nación, al haber en otra ocasión afirmado que “el derecho a la vida es el primer derecho natural de la persona humana, preexistente a toda legislación positiva, y que resulta garantizado por la CN (doctrina de Fallos, 323-1339), derecho presente desde el momento de la concepción, reafirmado con la incorporación de Tratados internacionales con jerarquía constitucional” (“Sánchez, Elvira Berta c/ Ministerio de Justicia y Derechos Humanos”, dictamen de la Procuración General del 28/02/2006 y votos de los Ministros Higthon de Nolasco y Eugenio Zaffaroni)”.
Resulta contradictorio a esto último, que el organismo máximo de contralor de cualquier exceso que pudiera darse en los otros poderes, legitime acciones directamente occisivas.
Viene a mi memoria la intervención de cierta abogada del foro santafesino, ignara o mal intencionada ella, que con ocasión del debate sobre penalización o no del aborto en un panel, hace ya un tiempo, dijera con total frescura que en la tipificación del delito del aborto el bien jurídico que se pretendía tutelar era el de la salud de la madre soslayando directamente la vida del nasciturus. Por cierto que a nadie se le ocurrió enviarla de nuevo a estudiar derecho.
¿Será que los supremos cambiando lo objetivo piensan que con el aborto se tutela “el bien” “salud de la madre” física o sicológicamente hablando? ¿Será que los niños engendrados son “una enfermedad” o “injustos agresores” que vienen a perturbar en muchos casos el disfrute sexual  que reclaman para sí  sus madres?
Con su sentencia de muerte sobre los inocentes, la Corte Suprema de Injusticia, siguiendo los pasos de lo que aconteciera en Estados Unidos, se convierte en la ejecutora  de las políticas abortistas que pululan en el mundo y que desde hace tiempo tratan de imponerse en los países más vulnerables, seducidos muchas veces sus legisladores, no por supuestas contemplaciones piadosas de las sufrientes madres –que quedan acosadas por sus conciencias después del aborto-, sino por las promesas de fáciles ganancias.
La muerte del inocente, por lo tanto, –un gran negocio para quienes se dedican a enriquecerse como mercaderes de la muerte- aparece ante los ojos de los ciudadanos, porque así lo dispone la Corte, como algo permitido y resguardado por una aparente licitud que diabólicamente la enaltece.
La desaparición forzosa de las personas ya no se cubre con el manto del ocultamiento como se denuncia siempre respecto al acontecer de otros tiempos, sino que a la luz del día se tolera y fomenta descaradamente el aniquilamiento de los inocentes.
Se implantaría así el crimen por encargo, toda vez que el estado pagaría a médicos, y personal sanitario, disponiendo además de los hospitales públicos, sufragados por los impuestos de todos, con la intención expresa de eliminar, -despedazándolos-, a los niños a quienes ni siquiera se les da la posibilidad de poder ser adoptados por almas generosas.
En rigor, esta sentencia viene a completar la complicidad permanente de quienes debieran velar para que cese  la muerte de tantos  inocentes que se desangran en nuestra Patria víctimas de los delincuentes que pululan por doquier.
“He observado a los que hacen el mal: los mismos que lo siembran lo cosechan” (Job. 4, 8) nos dice la Escritura, anunciando de esa manera que el mal que se realiza a los otros regresa a sus hacedores.
La sentencia de muerte aplicada a los niños por nacer, pues, viene a coronar una cultura  que se sustenta con “anticonceptivos para todos”, “fornicación para todos”, “placer para todos”, “libertinaje para todos”, y ahora “aborto para todos y todas”.
La degradación más profunda en las costumbres habituales está a la vista. Todo esto se vuelve contra el mismo hombre que mucho necesitará de la gracia y misericordia de Dios para poder salir de tantas miserias y pensar en construir una nueva sociedad en la que comencemos nuevamente a vivir como hijos de Dios y no como esclavos del demonio.

Cngo Prof. Ricardo B. Mazza. Director del grupo Pro-vida “Evangelium Vitae”. 20 de marzo de 2012.

Comunicado de los Obispos de la Región Cuyo


Toda vida humana es sagrada desde su concepción hasta su término natural, reafirmamos los obispos de Cuyo ante el reciente fallo de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Es sagrada, por tanto, la vida de la mujer que ha sufrido una violación sexual; una grave lesión a su dignidad de persona. Es sagrada también la vida del niño que es fruto de una violación.
Una mujer que ha sido violada merece comprensión y acompañamiento. Su herida, sin embargo, no se cura con una injusticia mayor como es el aborto.
Cuando la vida del más indefenso es relativizada, todo el cuerpo social se pone en peligro. El aborto es una derrota de todos. Aunque llegue a ser legal, siempre será una grave injusticia contra la dignidad del ser humano y una ofensa a Dios.
San Luis, 15 de marzo de 2012.
José María Arancibia, arzobispo de Mendoza
Alfonso Delgado, arzobispo de San Juan
Eduardo María Taussig, obispo de San Rafael
Pedro Daniel Martínez, obispo de San Luis
Sergio Buenanueva, obispo auxiliar de Mendoza

EE. UU. fuerza el «mandato anticonceptivo» en la Comunidad Internacional

NUEVA YORK, 23 de marzo (C-FAM) Estados Unidos quemó todas las naves diplomáticas durante la sesión de este año de la Comisión de la ONU sobre la Condición de la Mujer al recurrir a la fuerza y al engaño para aprobar una resolución impopular que exige el acceso internacional a la anticoncepción.Los países acusaron a Estados Unidos de manipular el proceso de negociación de principio a fin al proponer el texto inicial de la resolución sobre mortalidad materna, controlando íntegramente la negociación en curso y luego utilizando su prerrogativa como presidente de la conferencia para presentar un documento final que otros países, en realidad, no podían modificar.
La presión que ejerce Estados Unidos en pro de la anticoncepción se aleja radicalmente del lenguaje acordado en la Conferencia de la ONU sobre la Población y el Desarrollo realizada en El Cairo, en 1994, que  utilizó la expresión «planificación familiar» en vez de la palabra «anticoncepción», sobre la que insistía Estados Unidos. El aborto se rechaza expresamente como método de planificación familiar en el documento de El Cairo. Muchos países temen que la revisión estadounidense, junto con su referencia a los derechos reproductivos dentro de la resolución, pueda promover una agenda de aborto más amplia, lo cual constituye una de las prioridades de la política exterior de la administración Obama.
La resolución, cuyo propósito era abordar la salud materna, no fue bien recibida por delegaciones como Chile, Irán, Malta y la Santa Sede, porque Estados Unidos hizo mayor hincapié en la anticoncepción que en la salud de la madre.
Aun antes del inicio de la conferencia sobre la mujer, Estados Unidos dominó las negociaciones convocando consultas informales a puertas cerradas. Al efectuar consultas por anticipado, este país mostró la importancia que concedía a la resolución y parecía querer garantizar que cualquier problema de importancia fuera abordado previo al inicio de la conferencia.
Aunque hubo concesiones, Estados Unidos no estaba dispuesto a ceder sobre los «métodos anticonceptivos modernos, seguros, efectivos, asequibles y aceptables» o acerca de cualquier clase de referencia a los derechos reproductivos. Abundan los rumores de por qué Estados Unidos no quiso transigir en este lenguaje, aunque las delegaciones pensaron que era probable que la política nacional de la administración Obama sobre anticoncepción se hubiera convertido ahora también en su política internacional.
Aunque los países expresaron profunda inquietud, Estados Unidos no llevó a cabo ninguna negociación formal sobre la resolución durante la primera semana de la conferencia. Luego, en una maniobra diplomática cuestionable, entabló negociaciones en la Misión de Estados Unidos en vez de hacerlo en la ONU, enviando así el claro mensaje a todas las partes de que el proceso pertenecía a ese país.  El hecho de que hubiera negociaciones en la Misión estadounidense también imposibilitó que asistiera el gobierno de Irán, y este último era uno de los principales opositores de la agenda de derechos anticonceptivos y reproductivos.
La última negociación fue celebrada dentro de la ONU, pero Estados Unidos la concluyó abruptamente, antes de que se alcanzara un acuerdo. El último día de la conferencia, los delegados votaron a favor de la resolución entendiendo que Estados Unidos había atendido sus inquietudes. Fue después de la votación que los delegados cayeron en la cuenta de que Estados Unidos había presentado lo que se conoce como un «texto del presidente», el cual estaba cargado del reprobable lenguaje de la anticoncepción.
El uso de los textos del presidente es un nuevo avance, y para muchas delegaciones, preocupante. Implica que todas las negociaciones efectuadas por los gobiernos llegan a nada y la decisión final es tomada por un solo país.
John Klink, quien se desempeñó durante años como negociador principal de la Santa Sede y como representante en varias delegaciones estadounidenses ante la ONU, dijo a Friday Fax que «los presidentes a menudo prueban algunas cosas para salirse con la suya, como lo harían los países anfitriones de las negociaciones». Pero que, en catorce años de realizar esta tarea, no podía recordar « una sola instancia en la que el texto del presidente fuera impuesto a los negociadores».