Aya Jayne Soliman, de padre egipcio y madre inglesa, nació con menos de un kilogramo de peso y aunque su condición de prematura extrema es delicada, la niña se recupera con el amor de su familia en el hospital John Radcliffe de Oxford.
Según informó el Daily Mail, hace una semana, su madre Jayne Soliman, quien fuera campeona de patinaje a fines de los ‘80s, sufrió una hemorragia cerebral a causa de un agresivo pero silencioso tumor. Los médicos no pudieron salvar su vida, sin embargo hicieron todo lo posible por salvar a la bebé que llevaba en a su vientre.
Los médicos –con el consentimiento del esposo– decidieron mantener a Jayne con vida artificial y administrar fármacos a la niña para acelerar el desarrollo de sus pulmones y darle la oportunidad de sobrevivir al parto.
Dos días después, los médicos practicaron una cesárea a Jayne. Los médicos acercaron a la niña hacia el cuerpo de Jayne y luego fue entregada a su padre, quien entre lágrimas la recibió en sus brazos.
Jayne y Mahmoud se conocieron en Egipto cuando ella trabajaba como maestra de patinaje. Tras casarse en mayo de 2007, sufrió una pérdida y recibió con alegría su segundo embarazo. Según su esposo, la ex deportista llevó un embarazo muy saludable y siguió con su trabajo como entrenadora.
"Puedo recordar el primer ultrasonido. Nos abrazamos y lloramos cuando escuchamos sus latidos. Esperamos mucho a este bebé", señaló Mahmoud.
La pareja decidió que si el bebé era varón lo llamarían Ali y Maggie si era niña. Pero Mahmoud decidió llamarla Aya Jayne después de lo ocurrido.
Cuando crezca "le hablaré sobre la amorosa madre que tuvo y lo mucho que la amó", indicó.
Un amigo de la pareja declaró al diario que "para Jayne, convertirse en madre era lo mejor que le podía pasar en la vida. Estaba tan feliz, siempre quiso ser madre. Vivió para tener a su hija".
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