VATICANO, 21 Oct. 10 (ACI).-Al recibir las cartas credenciales del nuevo embajador de Rumania ante la Santa Sede, Bogdan Tataru-Cazaban, el Papa Benedicto XVI señaló esta mañana que este país debe continuar el proceso de reconstrucción luego de la caída del comunismo, priorizando el papel de la familia y la educación para combatir la pobreza y fomentar el respeto a la vida.
"Hace veinte años, Rumania decidió escribir un nuevo capítulo en su historia", sin embargo, agregó el Papa, "tantos años pasados bajo el yugo de una ideología totalitaria dejan cicatrices profundas en la mentalidad, la vida política y económica y en las personas. Después del tiempo de la euforia de la libertad, vuestra nación se ha comprometido con determinación en el proceso de reconstrucción. Su entrada en la Unión Europea marcó también un hito importante en la búsqueda de una verdadera democratización".
Benedicto XVI explicó que "para proseguir esa renovación en profundidad hay que enfrentarse a nuevos retos para evitar que vuestra sociedad se base únicamente en la búsqueda del bienestar y el afán de lucro, consecuencias comprensibles tras un período de más de 40 años de privaciones. Pero hay que conseguir que prevalezca la integridad, la honestidad y la sinceridad. Estas virtudes deben inspirar y orientar a todos los miembros de la sociedad".
Seguidamente el Santo Padre indicó que "Rumania está formada por un mosaico de pueblos. Esta variedad se puede leer como un obstáculo para la unidad nacional, pero también como un enriquecimiento de su identidad y una de sus características. La gestión del legado del comunismo es difícil debido a que favorecía la desintegración de la sociedad y del individuo. Se han oscurecido, de hecho, los valores auténticos en favor de teorías falsas idolatradas por la razón de Estado. Por lo tanto, ahora hay que emprender la difícil tarea de ordenar justamente las cuestiones humanas, haciendo buen uso de la libertad".
"En este proceso de reconstrucción de lazos sociales la familia ocupa el primer lugar. Familia y educación son el punto de partida para combatir la pobreza y contribuir así al respeto de cada persona, al respeto de las minorías, al respeto de la familia y la vida misma. Son el terreno en que ahondan las raíces de los valores éticos básicos y donde crece la vida religiosa".
El Papa habló después de la "larga y rica tradición religiosa" de la nación, "que también se vio herida durante las décadas oscuras". "Algunas de esas heridas están todavía vivas. Por lo tanto, necesitan curarse con medios aceptables por cada comunidad. Conviene, en efecto, reparar las injusticias heredadas del pasado, sin tener miedo de hacer justicia".
"Para ello, sería adecuado afrontar la situación en dos ámbitos: a nivel estatal, mediante la promoción de un diálogo genuino entre el Estado y los diversos responsables religiosos y, en segundo lugar, mediante el fomento de relaciones armoniosas entre las diferentes comunidades religiosas". En este contexto, el Santo Padre se refirió a la nueva Ley de Cultos y a la Comisión Mixta, establecida en 1998, cuyos trabajos "deberían reactivarse".
La Iglesia Católica, dijo el Papa, ve en el diálogo ecuménico "un camino privilegiado para conocer a su hermanos en la fe y construir con ellos el Reino de Dios, respetando la especificidad de cada uno. El testimonio de la fraternidad entre católicos y ortodoxos, en un espíritu de caridad y justicia, debe prevalecer sobre las dificultades y abrir los corazones a la reconciliación". "En este ámbito, han sido numerosos los frutos de la histórica visita efectuada hace una década por Juan Pablo II, la primera en una nación de mayoría ortodoxa. Hay que fortalecer el compromiso de dialogar en la caridad y la verdad y promover iniciativas conjuntas. Ese diálogo no dejará de ser fermento de unidad y armonía, no sólo en su país, sino también en Europa", concluyó el Papa Benedicto.
"Hace veinte años, Rumania decidió escribir un nuevo capítulo en su historia", sin embargo, agregó el Papa, "tantos años pasados bajo el yugo de una ideología totalitaria dejan cicatrices profundas en la mentalidad, la vida política y económica y en las personas. Después del tiempo de la euforia de la libertad, vuestra nación se ha comprometido con determinación en el proceso de reconstrucción. Su entrada en la Unión Europea marcó también un hito importante en la búsqueda de una verdadera democratización".
Benedicto XVI explicó que "para proseguir esa renovación en profundidad hay que enfrentarse a nuevos retos para evitar que vuestra sociedad se base únicamente en la búsqueda del bienestar y el afán de lucro, consecuencias comprensibles tras un período de más de 40 años de privaciones. Pero hay que conseguir que prevalezca la integridad, la honestidad y la sinceridad. Estas virtudes deben inspirar y orientar a todos los miembros de la sociedad".
Seguidamente el Santo Padre indicó que "Rumania está formada por un mosaico de pueblos. Esta variedad se puede leer como un obstáculo para la unidad nacional, pero también como un enriquecimiento de su identidad y una de sus características. La gestión del legado del comunismo es difícil debido a que favorecía la desintegración de la sociedad y del individuo. Se han oscurecido, de hecho, los valores auténticos en favor de teorías falsas idolatradas por la razón de Estado. Por lo tanto, ahora hay que emprender la difícil tarea de ordenar justamente las cuestiones humanas, haciendo buen uso de la libertad".
"En este proceso de reconstrucción de lazos sociales la familia ocupa el primer lugar. Familia y educación son el punto de partida para combatir la pobreza y contribuir así al respeto de cada persona, al respeto de las minorías, al respeto de la familia y la vida misma. Son el terreno en que ahondan las raíces de los valores éticos básicos y donde crece la vida religiosa".
El Papa habló después de la "larga y rica tradición religiosa" de la nación, "que también se vio herida durante las décadas oscuras". "Algunas de esas heridas están todavía vivas. Por lo tanto, necesitan curarse con medios aceptables por cada comunidad. Conviene, en efecto, reparar las injusticias heredadas del pasado, sin tener miedo de hacer justicia".
"Para ello, sería adecuado afrontar la situación en dos ámbitos: a nivel estatal, mediante la promoción de un diálogo genuino entre el Estado y los diversos responsables religiosos y, en segundo lugar, mediante el fomento de relaciones armoniosas entre las diferentes comunidades religiosas". En este contexto, el Santo Padre se refirió a la nueva Ley de Cultos y a la Comisión Mixta, establecida en 1998, cuyos trabajos "deberían reactivarse".
La Iglesia Católica, dijo el Papa, ve en el diálogo ecuménico "un camino privilegiado para conocer a su hermanos en la fe y construir con ellos el Reino de Dios, respetando la especificidad de cada uno. El testimonio de la fraternidad entre católicos y ortodoxos, en un espíritu de caridad y justicia, debe prevalecer sobre las dificultades y abrir los corazones a la reconciliación". "En este ámbito, han sido numerosos los frutos de la histórica visita efectuada hace una década por Juan Pablo II, la primera en una nación de mayoría ortodoxa. Hay que fortalecer el compromiso de dialogar en la caridad y la verdad y promover iniciativas conjuntas. Ese diálogo no dejará de ser fermento de unidad y armonía, no sólo en su país, sino también en Europa", concluyó el Papa Benedicto.
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