Pbro. Dr. José Juan García - Especialista en bioética. Párroco de Nuestra Señora de Tulum, Villa Carolina, Rawson.
Un reciente trabajo del neonatólogo de la ciudad de Siena, Carlo Bellieni, sobre la preocupación de algunas películas del cine en temas de bioética, me ha despertado la curiosidad y la memoria sobre algo en particular que ahora paso a comentar en breve. Llama la atención positivamente que Hollywood, normalmente desencantada y liberal, se pregunte acerca de la bondad o maldad de la fecundación artificial heteróloga, o sea con gametos que no son del marido y su esposa. No habrá ninguna condena agrega Bellieni, pero sí una siembra de dudas y perplejidades. El autor pone como ejemplo el film "The Back-up Plan", con Jennifer López. Allí se cuenta la historia de una mujer que por bronca hacia los hombres recurre a la mencionada fecundación, pero la ironía de la vida va a su encuentro: inmediatamente después encuentra el amor y el hombre justo y fértil. Lo contrario sucede en "Dos corazones y una probeta", con Jennifer Aniston, en la que el "donante" es un amigo de la futura mamá, que tiene el atrevimiento, sin que lo sepa la mujer, de poner su semen en lugar de aquél otro pre elegido. La película muestra el remordimiento de este hombre por lo que ha hecho, por no poder expresarle al niño que él es su padre, mientras el niño tristemente colecciona fotos de desconocidos, imaginando un padre que no tiene.
En la popular serie televisiva "Dr. House", el protagonista -en el episodio titulado "¿Quién es tu padre?"- desaconseja a la colega Lisa Cuddy recurrir a la fecundación in vitro heteróloga, incluso hasta violar el secreto profesional para mostrarle que el "donante" secreto, es una persona ridícula y odiosa. "No me importa si te casas con él o vas a cenar afuera -dice Gregory House a Lisa- pero deberías saber quién es él. Los genes cuentan... Busca uno más evolucionado, uno que te guste".
No son grandes signos de la época, pero en estas películas se señala un malestar respecto a las prácticas de reproducción artificial, que disocian ilegítimamente la procreación humana de la sexualidad bien comprendida. ¿Y por qué este malestar? Quizá sea por la ausencia del padre o por la presencia de un padre diverso del padre biológico. El hecho que en la fecundación heteróloga, del padre se tiene sólo el semen, deja un vacío difícil de llenar. Y es un vacío planificado, querido. Incluso allí al hijo se le quita el derecho de llorar su ausencia.
Incluso el malestar está ligado al hecho de que el semen usado para la fecundación heteróloga es harto manipulado, dado que más allá de las varias maniobras, el semen pasa a través de un largo invierno de congelamiento a 197º bajo cero.
Hay estudios que manifiestan que el ambiente y los tratamientos pueden cambiar el modo en el que el ADN se expresa. Recientes investigaciones realizadas con animales muestran que en el semen congelado se producen elementos radicales libres que alteran la movilidad de los espermatozoides ("Oxidative Medicine and Cellular Longevity", julio de 2009) y que la movilidad y la calidad de los espermatozoides descongelados es baja por causa de una acción que recae en el mismo mitocondrio ("Theriogenology", octubre de 2010). Cuidado entonces: ya en el 2004 la revista "Obstetrics and Gynecology", comentando los riesgos físicos de niños concebidos con técnicas medicamente asistidas, llamaba la atención de quienes en campo reproductivo primero prueba y luego reflexiona, sobre todo cuando se sale fuera de la relación matrimonial y ensaya con el embarazo de solteras.
En la película "La custodia de mi hermana", con Cameron Díaz, se relata el hecho de una niña seleccionada in vitro para donar su médula a su hermana enferma. Ella se rebela ante el destino de ser "donante a la medida" y denuncia a los padres, rechazando el rol de niño nacido para curar a otro. Casi un hijo de "segunda" clase.
Estamos ante una cinematografía que no condena, pero representa con eficacia el malestar ante temas delicados.
No podemos olvidar -por otra parte y considerando el final de vida- la producción cinematográfica española "Mar adentro", donde el protagonista principal expresa en un coloquio importante a su compañera: "Aquel que me ame, me ayudará a procurarme la muerte para no sufrir". Una defensa cerrada de la eutanasia, tan dañina a la condición humana porque se apropia de algo de la que el hombre no es dueño: el cómo y el cuándo del morir humano. No es superfluo recordarlo: también el arte cinematográfico no ha de limitarse a describir, está llamado positivamente a sembrar semillas de vida.
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