Toda vida humana es sagrada desde su
concepción hasta su término natural, reafirmamos los obispos de Cuyo ante el
reciente fallo de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Es sagrada, por tanto, la vida de la mujer
que ha sufrido una violación sexual; una grave lesión a su dignidad de persona.
Es sagrada también la vida del niño que es fruto de una violación.
Una mujer que ha sido violada merece
comprensión y acompañamiento. Su herida, sin embargo, no se cura con una
injusticia mayor como es el aborto.
Cuando la vida del más indefenso es
relativizada, todo el cuerpo social se pone en peligro. El aborto es una
derrota de todos. Aunque llegue a ser legal, siempre será una grave injusticia
contra la dignidad del ser humano y una ofensa a Dios.
San Luis, 15 de marzo de 2012.
José María Arancibia, arzobispo de Mendoza
Alfonso Delgado, arzobispo de San Juan
Eduardo María Taussig, obispo de San Rafael
Pedro Daniel Martínez, obispo de San Luis
Sergio Buenanueva, obispo auxiliar de Mendoza
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